Steven Spielberg es el productor ejecutivo de este thriller de acción en que Caruso (Disturbia, Apostando al límite) nos cuenta una intrincada historia de intriga cibernética. Los protagonistas son Jerry Shaw y Rachel Holloman, dos ciudadanos anodinos que se ven involucrados involuntariamente en una vorágine de peligros y persecuciones que afectan directamente al futuro de los Estados Unidos.
Se trata de una película claramente concebida bajo la onda expansiva del 11-S. En busca de la seguridad nacional se crea un monstruo informático capaz de controlar cualquier información sobre todos los ciudadanos americanos. Basta llevar un móvil en el bolsillo para que toda acción y conversación sea procesada por ese ordenador central. La película cuenta lo que pasa cuando este aparato quiere defender a Estados Unidos más allá de lo que el mismo país desea.
Este asunto tiene su referente cinematográfico en el ordenador HAL de 2001, una odisea del espacio, y su precedente en Alien, cuando priman los intereses de la misión sobre los límites éticos de los personajes. Pero lo que en manos de Kubrick y de Ridley Scott fueron obras maestras, Caruso lo deja en un cóctel de efectos especiales apabullantes coronado por un patriotero y hollywoodiense discurso final.
Entretenida y correcta pero manida en forma y fondo. Reivindica la ética política de la Administración americana. No todo vale para acabar con Bin Laden.