«Muchos de los aquí presentes nos hemos preguntado si nuestro trabajo merece la pena. Yo me enfrenté a la pregunta cuando me hirieron. Mi respuesta entonces, igual que ahora, es que sí merece la pena… Nuestra misión es decir la verdad a los poderosos. Enviamos a casa el primer borrador de la Historia. No puedes conseguir la información si no vas a los sitios donde están disparando a la gente, o donde la gente te dispara a ti. Lo verdaderamente difícil es creer que suficiente gente (sea el gobierno, el ejército o el ciudadano de a pie) se emocionará cuando tu información llegue a la página impresa del periódico».
Discurso de Marie Colvi en la Iglesia de St. Bride de Londres (10-11-2010)
La norteamericana Marie Colvi es una de las corresponsales más conocidas del mundo, por sus reportajes de guerra en el periódico británico Sunday Times desde 1985. Entre los conflictos que cubrió destacan los de Kosovo, Sierra Leona, Chechenia o Zimbabue. En esta película norteamericana, que apenas ha ingresado 3 millones de dólares en las taquillas de Estados Unidos y Reino Unido, se combina la narración de su labor periodística con su atormentado retrato personal.
Para la dirección de esta película se ha elegido a un documentalista de prestigio: Matthew Heineman, ganador de un Emmy y nominado al Óscar por Tierra de cárteles en 2015, y realizador de la docuserie The Trade (2018) o City of Ghosts, un vivo retrato de los activistas anónimos en el actual conflicto de Siria.
La corresponsal es su primera experiencia alejada del documental, y se nota. La historia es fascinante, y Rosamund Pike hace una interpretación maravillosa de la periodista por la que obtuvo una candidatura a la mejor actriz en los últimos Globos de Oro. Pero ni el guion de Arash Amel (Grace de Monaco), ni la planificación de Heineman, ni la música del compositor televisivo H. Scott Salinas, consiguen que la película tenga la personalidad y emoción que requería la historia.
Hay un desequilibrio claro en el filme, que empieza plomizo y acaba siendo interesante, al dedicar el último tramo a la temeraria actividad informativa de Marie Colvi en los comienzos de la guerra de Siria. Tampoco los personajes masculinos tienen el desarrollo que merecerían para ser un contrapunto que enriquezca a la protagonista. Se desaprovecha un reparto masculino notable con actores como Jamie Dornan (sí, lo de hacer de Grey es imperdonable, pero lejos de ese absurdo personaje ha demostrado talento en series como La caza), Tom Hollander o Stanley Tucci.
En los aspectos técnicos más destacables está la fotografía de Robert Richardson, uno de los grandes en el oficio, ganador de tres Oscars y colaborador habitual de Quentin Tarantino, Oliver Stone o Martin Scorsese. Pone el punto final una hermosa canción (Requiem for a Private War) compuesta e interpretada por la inconfundible voz de Annie Lennox. Una buena manera de acabar una película que entretiene y que podía haber llegado mucho más lejos.