Directora: Coline Serrau. Intérpretes: Vicent Lindon, Patrick Timsit, María Pacöme, Ives Robert.
Autora de Tres solteros y un biberón, Coline Serrau da muestras en La crisis de su relevante personalidad y su madurez artística. Con humor, acidez, ternura y hondo calado, sigue con su tono crítico de ciertos comportamientos actuales.
Es cine de autor, en el que se ve la absoluta necesidad de que el guión sea -y lo es- de la misma directora. Pues no se trata tanto de escenas o secuencias, sino de trozos de un rompecabezas que sólo el autor puede ensamblar bien. La peripecia es la de un joven padre de dos niños, que despierta una mañana a la dura sorpresa de que su mujer le ha dejado, y a la vez es despedido de su trabajo.
Recorrerá «las calles del mundo, las intrincadas callejas del corazón humano» en busca de su mujer y de un empleo, e irá conociéndose a sí mismo. Irá sabiendo cómo encontrar el amor y no perderlo. Y cuáles son los callejones humanos sin salida. ¿Una lección moral? Mejor decir: el eterno tema del hombre, tratado con gracia, que con frecuencia provoca la risa, y a veces lleva a pensar…
La obra tiene dos claras partes: la primera, de ida, con prisa, alocada…, y la segunda -más breve-, de hallazgo, más meditativa, se va remansando hasta el encuentro, un encuentro final.
Vicent Lindon -el galán de la comedia clásica- es acompañado por Patrick Timsit -el gracioso, o criado del señor galán-. Ambos van por el mundo un poco a lo Quijote y Sancho, un poco a lo Amadís y su escudero, un poco a lo Orfeo y a lo Ulises, en busca de la dama y del amor, del dinero y la fama… Perfectos actores los dos, y perfectas las muchas mujeres con las que tropiezan en sus andanzas y aventuras. Una película limpia y refrescante, hermosa, más que notable. Ciertamente -hablo aquí de Coline Serrau- dan ganas de decir que la mujer habla del hombre con más respeto y ternura que lo que han hecho -en general- tantos directores en la historia del cine con la mujer. Tal vez por eso concluye con su tantico de superioridad femenina que, por serlo, es maternal.
Pedro Antonio Urbina