Mauricio Aznar era un chico de la movida, un rockero famosillo en su tierra y que, en la década de los ochenta, creció en popularidad a través de los Golden Zippers y de Más Birras. El hastío vital en el que se encontraba y su creciente interés por otros ritmos musicales lo llevaron a Argentina, al pequeño pueblo de Santiago del Estero, cuna de las chacareras, y allí fue acogido por la familia Carabajal. Las enseñanzas vitales y musicales que recibió durante su estancia transformaron a Mauricio, que regresó a España con un gran propósito.
La película se estrenó con éxito en el pasado festival de cine de San Sebastián, donde se llevó el premio TCM del Jurado de la Juventud. Javier Macipe es un joven realizador español que ya cuenta en su haber con varios largometrajes (Gastos incluidos, 2019; Los niños del río, 2014). Zaragozano de origen, escuchó la historia real de Mauricio y su hermano de boca de la propia madre de los Aznar. La cercanía y la fuerza personal del relato lo llevaron a encapricharse con este proyecto que, pandemia mediante, lo trasladó a Argentina siguiendo los pasos de Mauricio. Allí conocieron a la familia que acogió al rockero y tuvieron oportunidad de ver la huella que él también había dejado al otro lado del océano, algo que se homenajea en el film a través de una emotiva sorpresa final.
La película es, por lo tanto, una historia de descubrimiento, no sólo por su argumento, sino también en su propio proceso de realización. Y Macipe lo consigue articular con elegancia en el guion. Estamos ante una producción sencilla, pero amable y bien cuidada, con momentos musicales logrados y de sabor popular.
El tono optimista de la cinta se descompensa en algún momento por la presencia de las drogas y el suicidio, realidades que se llevaron por delante a muchos de esos jóvenes de la movida y que, lógicamente, ocupan su lugar en esta historia. Pero, a grandes rasgos, La estrella azul es un producto muy fresco y familiar, que mantiene el ritmo y que deja con una sonrisa en la boca.
Otra de sus cualidades más notables es que consigue transmitir, con bastante realismo y de manera atractiva, la humanidad y el amor a la vida que Mauricio encontró entre la gente sencilla. Especialmente si se compara con el ambiente que había dejado en su tierra natal, y que en gran medida no difiere mucho del que se encuentran muchos jóvenes hoy en día. Que fueran ellos, el jurado joven entre 21 y 25 años del festival de San Sebastián, quienes precisamente escogiesen esta película, habla mucho de lo que Macipe ha conseguido.