Fue la última película de Joseph L. Mankiewicz (1909-1993), estrenada en 1972. Diez años antes había dirigido Cleopatra, la película maldita que estuvo a punto de arruinar a la Fox. Después de este fiasco, Mankiewicz hizo un par de películas que dejaron indiferente al público y a la crítica. Parecía que la estrella del realizador americano que había firmado obras maestras como Carta a tres esposas, Eva al desnudo y Julio César se había eclipsado definitivamente.
En La huella, adaptación al cine de la obra teatral de Anthony Shaffer, Laurence Olivier interpreta a Andrew Wyke, un famoso escritor de novelas policíacas que invita a su estrafalaria mansión al amante de su mujer, un joven peluquero llamado Milo Tindle (Michael Caine). Wyke le propone a Tindle un extraño trato: si roba unas valiosas joyas que hay en la casa, podrá quedarse con su mujer.
Un par de personajes, un casi único escenario y un juego macabro son los elementos de este intenso thriller psicológico que le sirvió a Mankiewicz para llevar de nuevo a la pantalla algunos de los temas más recurrentes de su filmografía: la ambición, la resistencia a perder el poder, la lucha entre lo viejo y lo nuevo o la manipulación.
La cinta estuvo nominada a cuatro Oscar (director, actor principal por partida doble para Caine y Olivier, y música), pero no ganó ninguno (fue el año de El padrino de Coppola y de Cabaret de Fosse).
La edición en DVD permite comprobar que, aunque los años han pasado factura en el aspecto visual, la película sigue teniendo un guión impecable (con un clímax sensacional, muy superior al del actual remake de Branahg), una puesta en escena muy inteligente y unas interpretaciones de sensacionales.