La maternal

PRODUCCIÓN España - 2022

DURACIÓN 122 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNLenguaje soez

ESTRENO18/11/2022

Hace dos años, la aragonesa Pilar Palomero debutaba con un notable drama, Las niñas, que era una radiografía de la España de los 90 a través de la mirada de una adolescente que convive con su joven madre soltera. En Las niñas destacaba un deseo –no siempre realizado– de una mirada profunda y, en lo posible alejada del tópico, un deseo de contar historias, un especial talento para el diálogo veraz y una magnífica dirección de actores. Podría decirse que estas maneras que apuntaba Pilar Palomero en su ópera prima se han desplegado absolutamente con La maternal, una película más madura y muy superior a Las niñas.

A partir de una documentación muy pegada al terreno y un aquilatado guion que trabajó durante el confinamiento, Pilar Palomero se adentra en la realidad de las madres adolescentes. Uno de los productores de la cinta le sugirió a Palomero visitar un centro que acoge a estas mujeres y, cuando lo conoció, la cineasta decidió que ahí había una historia –o, mejor dicho, varias– y que quería contarlas. Precisamente, la base del guion son las experiencias y vivencias de las chicas que aparecen como actrices secundarias acompañando a la protagonista, Carla, una adolescente de 14 años rebelde y descarada, que discute continuamente con su jovencísima madre y que se queda embarazada cuando su cuerpo apenas ha dejado la infancia.

Lo que cuenta Palomero es bastante extremo, una maternidad en circunstancias complicadísimas, y eso que –conscientemente– no ha querido explotar el morbo en ningún momento y ha evitado los aspectos más dramáticos de las vidas reales de algunas de las protagonistas. Palomero no pretende hacer pornografía sentimental; simplemente cuenta la historia de unas supervivientes que tienen miedo, mucho miedo, que crecen de golpe y que, a pesar de su inmadurez y, muchas veces, ante la incomprensión de la sociedad, superan los obstáculos y son capaces de sacar adelante a sus hijos, con la ayuda imprescindible de sus familias y de los profesionales del centro de acogida, auténticos ángeles de la guarda para muchas de esas chicas.

En la rueda de prensa de presentación de la película en el Festival de San Sebastián varias de las protagonistas reclamaron precisamente esta comprensión. “Esta película es necesaria para que la sociedad no nos juzgue y para que las madres que se han quedado embarazadas jóvenes no se escondan, que no es nada malo, que ser madre joven no significa que vayas a ser mala madre ni que te vayas a arruinar la vida –sentenciaba una de las protagonistas–: significa que vas a crecer como persona y junto a tu hijo, que te va a dar la vida y que vas a ser muy feliz aunque seas madre adolescente”.

Pero el mérito de Pilar Palomero no es solo haber encontrado una historia muy potente y poco contada: es saber contarla con un lenguaje cinematográfico sobresaliente. La cineasta aragonesa dosifica bien lo documental y lo ficticio; el elemento de cine social –con esa crítica a un sistema que muchas veces descarta– con el drama personal e intimista. Lo logra con su sensibilidad para trabar las relaciones personales, que son el andamiaje donde se apoya el relato. Con el derroche de espontaneidad de las actrices no profesionales al lado del talento arrollador de Carla Quílez. Y con un magnífico oído musical capaz de convertir un tema de Estopa en la más tierna nana que una madre desnortada puede cantarle a una hija adolescente anegada en llanto.

La maternal demuestra lo que puede hacer el cine cuando se pone al servicio de la vida y de esas historias ocultas: abrirnos los ojos y mostrarnos lo bella y luminosa que puede ser la existencia hasta en las circunstancias más oscuras y difíciles.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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