Después de 25 años juntos, Augusto y Paulina tendrán que enfrentarse al deterioro mental de él tras ser diagnosticado de alzhéimer. Maite Alberdi, cineasta chilena nominada al Oscar al mejor largometraje documental por la original comedia de espionaje senil El agente topo, vuelve a profundizar en la sabiduría del tiempo previo a la muerte, algo que también abordó en La once, otra sensacional comedia documental sobre amigas de toda la vida que siguen reuniéndose periódicamente, y que ahora mismo puede verse en Netflix.
La memoria infinita tiene algunos problemas de ritmo que no tenían los otros documentales de esta directora. Después de un arranque magníficamente acompañado por una versión de la canción de Silvio Rodríguez A dónde van, el relato continúa algo reiterativo en escenas que, aun así, desprenden encanto y naturalidad.
Lo más valioso de esta historia de amor es la combinación de comedia y tragedia, de ternura y crueldad, de olvidos y recuerdos. Los dos protagonistas comparten la seguridad de un afecto incondicional con la incertidumbre de una enfermedad que degenera con un ritmo y una intensidad caprichosos. La directora confía en el espectador en esos momentos en los que los protagonistas se buscan con la mirada intentando comprenderse y ayudarse, algunas veces sin palabras. Y ese juego cinematográfico es impagable y curativo en un tiempo herido de autonomía narcisista.