Con este polémico documental, Julio Medem enlaza su primera película, Vacas, con su próximo largo de ficción, Aitor. Para ello, analiza lo que él llama «el conflicto vasco» a través de 103 testimonios que pretenden representar las diversas posiciones, aunque se han autoexcluido el Partido Popular, la Asociación de Víctimas del Terrorismo, los presos de ETA y destacados intelectuales. Las declaraciones, hilvanadas como un diálogo, se completan con imágenes de Euskadi y fragmentos de películas de ficción.
Visual y musicalmente, la película es un alarde de fluidez e intensidad. Sin embargo, las ausencias citadas pesan como una losa, pues representan al sector del pueblo vasco más lacerado por la banda terrorista ETA. Irritan también las equidistancias entre los etarras y sus víctimas, así como su insistencia en citar a ETA y al gobierno de Madrid como los extremos radicalizados que mantienen vivo el conflicto. A la postre, también resulta cargante su obsesión por la «ancestral y oprimida identidad vasca», centrada sobre todo en un ámbito nacionalista rural, muy alejado de la realidad de las grandes ciudades. En fin, quizá sea bienintencionado el afán de Medem contra la resolución policial del conflicto y en pro del diálogo político; pero asume parcialidades demasiado graves y dolorosas.
Jerónimo José Martín