Director durante años de la Royal Shakespeare Company, el inglés Adrian Noble debutó en el cine en 1996 con una irregular versión de El sueño de una noche de verano. Ahora, ya con 70 años, se ha vuelto a poner detrás de la cámara para recrear la opresiva relación, en el Salford de mediados del siglo XX, del pintor inglés L.S. Lowry (1887-1986) con su madre Elizabeth, una mujer inválida y quejica, empeñada en criticar duramente los cuadros de su cariñoso hijo, que ella considera infantiles y mediocres.
A pesar de algún histrionismo, las interpretaciones de Timothy Spall y Vanessa Redgrave son magníficas. Por su parte, la esmerada ambientación, la preciosista fotografía del español Josep M. Civit y la cálida música del escocés Craig Armstrong gozan de la exquisitez característica de las producciones británicas de época. Pero esos esfuerzos se quedan cortos por la pesada teatralidad de la puesta en escena y, sobre todo, por la estrecha perspectiva del guion del actor y escritor Martyn Hesford.
Este dibuja hasta el hartazgo, con precisión de entomólogo, la insana relación maternofilial del pintor, pero deja en penumbra –o en total oscuridad– el resto de su personalidad, sus relaciones e ideas artísticas. Esta grave carencia resulta palmaria cuando finalmente aparece una muestra variada de la producción pictórica de Lowry, mucho más rica y profunda de lo que permite explicar la película. Es una pena, porque Noble incluye varias maravillosas secuencias de Lowry jugando con un grupo de niños de la calle. Si hubiera ampliado por ahí su ángulo de visión…
Jerónimo José Martín
@Jerojose2002