Catherine Deneuve interpreta a un personaje que conoce bien. Fabienne Dangeville es una musa del séptimo arte que se resiste a entrar en la tercera edad, y continúa trabajando y manteniendo un aspecto imponente. Acaba de escribir unas memorias en las que aparece su hija Lumir (Juliette Binoche), con la que mantiene una tensa relación. El reencuentro de las dos reabrirá heridas y recuerdos.
Koreeda ganó el año pasado la Palma de Oro en Cannes por Un asunto de familia, pero podía haberla ganado mucho antes por seis obras maestras: Nadie sabe (2004), Still Walking (2008), Air Doll (2009), Kiseki (2011), De tal padre, tal hijo (2013), Nuestra hermana pequeña (2015). En estos años se ha afianzado como un cineasta de un humanismo atractivo y encantador, con un sentido del humor y una elegancia a la altura de muy pocos. La verdad es su primera experiencia lejos de Japón. Ha sido rodada en Francia y en francés, con un reparto internacional en el que también destaca Ethan Hawke.
Visualmente no es la película más sugerente de Koreeda, pero el guion es maravilloso. Una vez más vuelve a tratar sobre las mentiras que sostienen una familia, uno de sus temas preferidos. El cine le sirve como pretexto para ahondar en cómo el ser humano tiende a interpretar un papel para ser bien acogido en el hogar y la sociedad. De ahí el título de la película.
Hay un plano memorable de Juliette Binoche hacia el final de la película. Le hacen una pregunta sobre la verdad, y ella describe con un gesto la grandeza, veracidad y sensatez que transmiten las películas de Koreeda. Es de esos momentos de naturalismo cinematográfico al que solo pueden llegar los dueños de la lírica audiovisual, esos buenos observadores que siguen manteniendo los pies en el suelo.
Esta vez los niños, otra constante en el cine de Koreeda, tienen mucho menos protagonismo y eso es algo que se echa de menos. En cambio, la película tiene una ironía más constante y una acidez más medida gracias al personaje que interpreta Catherine Deneuve. El director y la actriz consiguen un equilibrio muy complicado con un personaje que fácilmente podría resultar antipático. Sin embargo, ese retrato genera empatía, inteligencia y una cierta bondad, combinadas con un patetismo innegable, perfectamente acicalado. También el personaje de Juliette Binoche tiene un desarrollo ejemplar, algo que no sucede con Ethan Hawke, un actor brillante que vuelve a tener escasez de recorrido dramático.
La música de Alexei Aigui (El joven Karl Marx) no acompaña como debería la sugerencia del guion y la interpretación. Es una lástima que Koreeda no acabe de acertar con los compositores que elige para sus películas. Que utilice uno distinto en cada ocasión es sintomático. Cuando ha conseguido una buena música que complete la lírica de su cine (World´s End Girl Friend en Air Doll), el resultado es sublime.