Director: Jean-Pierre Améris. Guión: Jean-Pierre Améris y Caroline Bottaro. Intérpretes: Jacques Dutronc, Sandrine Bonnaire, Emmanuelle Riva. 113 min. Jóvenes-adultos.
En 1995, la psicóloga francesa Marie de Hennezel logró un enorme éxito editorial con su libro La muerte íntima (ver servicio 63/96), en el que reúne sus experiencias reales en La Maison, una clínica especializada en cuidados paliativos y situada en medio de un bosque de Gardanne, cerca de Marsella. Allí se acoge desde 1994 a doce enfermos terminales y se les ayuda a morir en paz y alegría con la colaboración de médicos, enfermeras, psicólogos, sacerdotes, personal de servicio y voluntarios.
Este es el sólido cimiento que sostiene a La vida, la versión fílmica de ese libro. Se trata del tercer largometraje del francés Jean-Pierre Améris (Le bateau de mariage, Les aveux de linnocent), que ganó con él la Concha de Plata al mejor director en el Festival de San Sebastián 2001 (ver servicio 169/01). Al paso que describe la conmovedora labor humanitaria que se realiza en La Maison, relata la historia de amor entre una vitalista voluntaria y un amargado enfermo de cáncer, de origen ruso.
La película no ahorra varias escenas duras, que recrean sin tapujos la muerte, esa última batalla que debe librar todo ser humano. Sin embargo, esas explosiones dolorosas son sublimadas a través del clima de profunda alegría generado por la paciencia y el cariño mutuos, casi familiares, entre enfermos y cuidadores. Un amor gozoso, sutilmente abierto a la trascendencia -la película comienza y culmina con dos imágenes de la Virgen-, y que se convierte sin estridencias en un contundente argumento a favor de los cuidados paliativos y en contra de la eutanasia.
Toda esta hondura y dignidad es recreada con emotividad, pero sin sentimentalismos, a través de una sensacional puesta en escena, siempre sustancial, y de unas interpretaciones antológicas, especialmente de Jacques Dutronc y Sandrine Bonnaire, pero también de todos los secundarios, entre los que se incluyen varios enfermos reales.
Jerónimo José Martín