Helen, recién divorciada y sin dinero, tiene que trasladarse con sus tres hijos (una chica de 14 años y dos gemelos de 12) al viejo caserón que perteneció a su bisabuelo Arthur Spiderwick, desaparecido en extrañas circunstancias, mientras trabajaba en un misterioso cuaderno de campo sobre el bosque que rodeaba la casa.
Basada en los relatos de Tony DiTerlizzi y Holly Black, la cinta es fiel al diseño original, de aire victoriano, tanto en el aspecto del caserón como en las criaturas fantásticas. Ciertamente al director le cuesta arrancar la historia (el pequeño Jared tarda en definirse y ocupar el papel protagonista que le corresponde), pero una vez en marcha, la narración fluye y mezcla con soltura divertidas escenas de acción, con otras simplemente dramáticas, relativas a la familia y sus problemas, y con otras de suspense. Y en esta historia el director relaciona los dos mundos; hay sucesos del mundo mágico que ayudan a abordar los problemas del mundo real, hay temas serios que se pueden plantear a través de una historia fantástica, algo que el director Mark Waters ya hizo en la comedia Ponte en mi lugar.
Una película simpática, con un gran reparto y un equipo técnico de campanillas, que por las oscuridades de la trama no parece a adecuada para niños menores de 10 años.