Justin Chadwick, realizador británico de TV, debuta en el cine con la adaptación de una novela histórica de Philippa Gregory, The Other Boleyn Girl. Se trata de una aproximación al trágico matrimonio de Enrique VIII con Ana Bolena desde la perspectiva de María, la ignorada hermana pequeña de la reina, que tuvo un hijo con el monarca antes de que él se encaprichara de Ana.
Para afrontar este proyecto se ha contado con Peter Morgan (The Queen, El último rey de Escocia), guionista británico experto en personajes históricos. El film no es una película histórica al uso, en la que se nos describe el archiconocido episodio que supuso la salida de Inglaterra de la Iglesia católica. Por otra parte, la incontinencia sentimental del rey ya ha sido afrontada en otros filmes. Las hermanas Bolena tampoco analiza con rigor histórico los avatares de un personaje, como hizo la memorable Un hombre para la eternidad.
Así pues, el film de Chadwick, lejos de analizar los grandes asuntos de Estado, o de proponer un análisis histórico-político, es una película psicológica. Desarrolla los procesos psicológicos y afectivos que llevan a dos jóvenes doncellas a rivalizar por la alcoba de un poderoso rey. Dicho de otra forma, Las hermanas Bolena es un drama moral sobre la ambición humana. La historia de Inglaterra es en el film un telón de fondo, como lo era para los dramas de Shakespeare.
Pero no se trata de un film moralizante y mucho menos maniqueo: María Bolena traiciona a su esposo por complacer sexualmente al monarca, y a pesar de su error no se puede decir que no sea una mujer humilde y de buenos sentimientos, capaz de sacrificios, generosidad y perdón; Ana es maquiavélica, pero su perversión es fruto de que todos sus principios nobles fueron sistemáticamente machacados por su padre y su abyecto tío, y finalmente es una mujer arrepentida. El único personaje de una pieza, íntegro, sin tacha es Catalina de Aragón, interpretada por Ana Torrent.
También es honesta Isabel, la madre de las Bolena, pero se muestra incapaz de actuar al margen de las órdenes de su marido, un hombre mezquino y cobarde, y cuya ambición le impide a ella hacer valer su sentido del bien y la justicia en una sociedad tremendamente machista. El resultado son dos hijas lanzadas al circo de la debilidad humana, carne de cañón de un hombre que confunde la razón de Estado con sus propios caprichos personales.
Por otra parte, el tratamiento de la cuestión religiosa, aunque presentado de puntillas, no ofrece ninguna estridencia valorativa tan típica de las actuales películas históricas. Es más, el catolicismo de Catalina parece ser la única posición sólida en medio del vacío de creencias del resto de personajes.
La interpretación de las actrices es excelente, y logran con éxito la difícil conjugación de la mezquindad con retazos de humanidad. Eric Bana, que es un gran actor, no deslumbra demasiado a causa de su personaje, construido muy lejos de la fisonomía real del monarca. El formato del film es convencional, pero resultón, muy equilibrado entre su guión y puesta en escena, y la dirección artística deslumbrante. Las hermanas Bolena no da más de lo que promete; dicho de otra forma: no decepciona.