(El estreno de la película estaba programado para el 13-03-2020 pero fue aplazado con motivo de la pandemia; esta reseña se publicó originalmente el 12-03-2020)
El cine contemporáneo sigue empeñado en ofrecer nuevos códigos para entender la relación entre Dios y los hombres. La joven directora Maider Fernández Iriarte (Donostia, 1988) presentó en el pasado Festival de Cine de San Sebastián este retrato de un hombre de 51 años con parálisis cerebral que quiere viajar a Lourdes. No es un enfermo en busca de cura; es un hombre en busca de Dios. Su lenguaje se compone con unos cartones con letras que él va señalando a la directora, lentamente, de uno en uno.
No es un documental fácil en su inicio, ya que el deletreo puede resultar excesivo. Pero si se entra en ese juego, Jordi es un personaje al que merece la pena observar con detenimiento. Hay una ternura y sinceridad en su mirada y sus palabras que acaban conmoviendo y conectando con el espectador. La directora toca esas teclas que muy pocos cineastas son capaces de pulsar con acierto y sensibilidad. La escena de Jordi rezando en silencio en Lourdes, con la cámara respetando la distancia y la piedad de un gigante ensimismado en Dios, es de lo más espectacular que puede verse en una pantalla. Casi tanto como el imprevisible plano final; un ejemplo de audacia visual para mostrar la grandeza del protagonista de esta película; un aventurero a la altura de cualquier misión imposible.
El séptimo arte del siglo XXI tendrá inercias y carencias, pero el cine religioso nunca ha brillado tanto como en estos momentos. Vida oculta, Un Dios prohibido, Converso, La aparición, Lourdes, Disparando a perros, El árbol de la vida, De dioses y hombres, Le Fils de Ioseph, Hasta el último hombre, Maktub, Silencio… No sería bueno que nos acostumbrásemos a tanto talento con una ambición artística y humana tan extraordinaria.