La película británica Last Chritsmas, dirigida por el no demasiado brillante Paul Feig, se propone como la comedia romántica navideña, de toques caprianos y buenistas. En esta ocasión asume un proyecto personal de Emma Thompson, de la que no solo proviene la idea, sino que produce el film y se reserva un entrañable papel.
La premisa argumental es muy clásica: Kate (Emilia Clarke) es una joven de origen yugoslavo cuya vida se desmorona. Un día conoce a Tom (Henry Golding), de raíces asiáticas, que traerá a su vida un halo de bondad, generosidad y paz. Pero, como pueden imaginar, el argumento nos tiene sorpresas reservadas.
La película cuenta con los ingredientes típicos necesarios para funcionar en taquilla. Pero realmente lo único que le da una cierta nota distintiva es que, en vez de quedarse en una mera comedia romántica de “chico conoce chica”, va un poco más allá y propone la entrega a los demás como el camino de la felicidad y de la reconstrucción personal.