Procedente de la publicidad y la televisión, el australiano Garth Davis debuta brillantemente en el cine con esta adaptación de la novela autobiográfica del indio Saroo Brierley, asentada en un sólido guion del también australiano Luke Davies (Candy, Secuestrada, Life). Saroo es un chaval pobre, que malvive con su madre y su hermano en un pueblucho del norte de la India. Un día se queda dormido dentro de un tren, y se despierta en Calcuta, a miles de kilómetros de su casa y donde hablan un idioma que él no comprende. Una joven pareja australiana mostrará su interés en adoptarle. Y veinticinco años después, él mismo retornará a la India en busca de sus raíces.
El sobrio y fluido hiperrealismo de la puesta en escena se ve enriquecido por la luminosa visión de la adopción que ofrece el guion y por sus certeras reflexiones sobre la búsqueda de la propia identidad. Este equilibrio narrativo y dramático disimula algún leve bache narrativo y da entidad a los bien dosificados impactos emocionales de la trama, en los que lucen especialmente la fresca inocencia del niño Sunny Pawar y el contenido dramatismo de Dev Patel en su caracterización de Saroo ya adulto.
Por esta poderosa presencia de Patel y por diversos temas que aborda –entre ellos, las tragedias de los niños de la calle–, Lion recuerda para bien a Slumdog Millionaire. Ciertamente, nunca alcanza la potencia narrativa, visual y musical de la excelente película de Danny Boyle, pero ofrece una conmovedora historia de superación y acogida, en la que además Nicole Kidman vuelve a brillar como la gran actriz que fue hace años. Por eso resultan justificadas las candidaturas del filme a los Globos de Oro y a los Premios Bafta, que consolidan sus opciones de cara a los Oscar.
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