Mari es una viuda charlatana, entrada en años, que alterna frívolamente con lo que considera compañía masculina interesante. Su último descubrimiento es Ray Say, un agente artístico de segunda fila que acepta salir con ella. Sobre todo cuando descubre el talento de LV (Little Voice), la hija de Mari. Aunque no suele pronunciar más de dos palabras seguidas, LV es capaz de cantar, con todos los matices de sus voces legendarias, canciones de Judy Garland, Marilyn Monroe, Shirley Bassey…
Little Voice se basa en una obra teatral de Jim Cartwright, de gran éxito en Londres. Gran parte del mérito de Mark Herman (Tocando al viento) es haber imbuido al film de brío cinematográfico. A lo largo de la narración se despliega un interesante grupo de personajes, de una tipología reconocible: la viuda incapaz de aceptar su edad y su posición de madre; el agente ambicioso, perdedor nato, de mente estrecha; la joven tímida, que no ha superado la muerte de su padre, poseedora de un increíble don, que busca su propia voz; el joven instalador de teléfonos, también tímido, atraído por LV, con quien logra comunicar…
La cuidada definición de personajes viene envuelta en una atractiva atmósfera mágica, que convierte el conjunto en una curiosa fábula de tintes realistas. Hay imágenes poderosas, como las palomas, encerradas en sus jaulas -reflejo del desván donde está encerrada permanentemente LV-, el teléfono como medio de que dos personas se comuniquen… Las miserias humanas se reflejan de modo convincente, hasta el punto de que algunos personajes alcanzan altas cotas de patetismo. El pasaje en que la esperada LV se hace esperar en un abarrotado local, hasta el punto de que Ray Say se lanza a cantar, es de una fuerza formidable: gran trabajo el de Michael Caine, justo ganador de un Globo de Oro. Y el resto de intérpretes no le van a la zaga: estupenda la casi desconocida Jane Horrocks, que canta todas sus canciones; bien Brenda Blethyn, aunque debería evitar la recurrencia en papeles histéricos; fenomenal Ewan McGregor, en un papel alejado de otros en que hacía de tipo alocado.
José María Aresté
