Víctor es un actor en el peor momento de su carrera profesional y afectiva: se pelea con los directores que todavía le dan algún trabajo, se emborracha continuamente y Silvia, la mujer de su vida, está a punto de casarse con otro hombre. Es consciente de que todo lo que le ocurre es culpa suya. Él fue infiel, y él rompió con Silvia. Desesperado y borracho, en plena noche se encuentra con una extraña pareja, aparentemente basureros, Don Miguel y Rafael. Éstos se apiadan de él y le procuran un par de hechizos -extraídos de Don Quijote y de Romeo y Julieta-, para que enmiende su vida y recupere el amor. Víctor retrocede seis meses en el tiempo, dispuesto a evitar los errores cometidos. Pero el pasado no se puede cambiar tan fácilmente…
La catalana María Ripoll (El dominio de los sentidos) reproduce con más aciertos que fallos esa idea ya clásica de volver atrás para rectificar. Un arranque vigoroso -apoyado en la interpretación de Douglas Henshall y Lena Heady- y una excelente banda sonora hacen que la primera parte sea notable. El tono onírico y surrealista del hechizo es ajustado, hasta el punto de que salva con un guiño un final deslucido. La segunda mitad es inferior: habría necesitado un ritmo más ágil y una vuelta al guión original. En cuanto se introduce la variante de un nuevo romance del chico con Penélope Cruz, la historia pierde consistencia y da la sensación de que algo no cuadra.
Con todo, se trata de una comedia aceptable, con destellos brillantes, entre ellos las alusiones a Cervantes y a Shakespeare, y la habilidad con que María Ripoll dirige a los secundarios. En el pasivo hay que incluir las concesiones a la actual inmoralidad dominante: Víctor y Silvia viven juntos hasta que rompen, luego se engañan, rompen, rehacen sus vidas, etc. De todas formas, la película es formalmente elegante, y ofrece mucho más que una simple comedieta de enredo.
Fernando Gil-Delgado