Inteligente sátira de los entresijos de la política internacional. Con ritmo endiablado, un poco al estilo vertiginoso de El ala oeste de la Casa Blanca, seguimos los pasos de Toby Wright, nuevo y joven asesor de Simon Foster, el peculiar ministro británico de cooperación internacional. Foster ha hecho a los medios una declaración imperdonable, que “la guerra es imprevisible”, lo que enfurece a Malcolm Tucker, uno de los principales fontaneros del premier británico en Downing Street. En este clima, la secretaria de Estado de EE.UU., Karen Clarke, tiene la sensación de que los halcones de la Casa Blanca la están puenteando para emprender una guerra en Oriente Medio, en connivencia con Gran Bretaña.
El británico Armando Iannucci, muy curtido en series televisivas con formato de comedia, debuta en el cine con una trama inteligente y divertida, que juega con la idea de loop o bucle, o sea, esa especie de “eterno retorno” que puede darse en la vida política, con repetición de situaciones penosas por la sencilla razón de que no se busca el bien común de la sociedad, sino servir a los propios intereses. De modo que pinta bien el mundo del “peloteo” y los “trepas” que pugnan por mejorar su posición, el pragmatismo brutal, el secretismo, los intentos de manejar a la opinión pública. En tal tesitura cabe algún personaje medianamente honrado -la secretaria de Estado y un general, el ingenuo ministro de cooperación…-, pero incluso en éstos prima cierta autoafirmación personal.
En el reparto abundan actores muy competentes, pero no excesivamente conocidos. Los que más suenan son Tom Hollander y James Gandolfini, el famoso Tony de Los Soprano. Es muy célebre como comediante en Gran Bretaña Peter Capaldi, gracioso en su malhablado personaje, que con otros llena la película de diálogos procaces. Como curiosidad, se puede reseñar la presencia de Anna Chlumsky, que se hizo famosilla allá por los 90 cuando protagonizó las dos entregas de Mi chica.