El octogenario Martin Scorsese, página viva de la historia del cine, vuelve a la pantalla grande con un largometraje de tres horas y media de duración. Y lo hace manteniéndose fiel a su estilo narrativo y a los grandes temas de su filmografía. Se trata de una adaptación de la reconocida novela homónima de David Grann, perteneciente al género llamado true crime (crimen real), y que –ambientada en los años veinte– recrea uno de los primeros casos sonados del recién creado FBI, con un joven J. Edgar Hoover al frente.
La historia comienza en medio de la comunidad de los indios Osage de Oklahoma, en cuyos territorios encontraron abundante petróleo que les hizo millonarios. Vivían como blancos, con sus mansiones y sus coches con chófer. Gestionaron bien sus pozos petrolíferos y se convirtieron en la población con mayor renta per cápita del mundo. El caso que nos ocupa arranca cuando, a partir de cierto momento, empezaron a morir indios en extrañas circunstancias, algunos claramente asesinados. Cuando el veterano de guerra Ernst Burkhart (Leonardo Di Caprio) se casa con la adinerada india Mollie, empiezan a suceder cosas terribles. Y el FBI interviene.
Scorsese narra con vigor y pulso firme, dirige a sus actores de maravilla e imprime un ritmo de relojería al montaje. No obstante, dilata innecesariamente toda la primera parte, y podía habernos dejado una película de dos horas. El maestro italoamericano da vueltas a sus grandes temas: señala la violencia como uno de los motores de la historia americana, pero lo hace siempre sin perder una perspectiva moral. Burkhart, como tantos personajes de Scorsese, está atrapado entre el bien y el mal, entre la codicia y la piedad, entre la culpa y el arrepentimiento. Una de las películas más sólidas del veterano cineasta.
Un comentario
Buenos días
La irán a pasar en algún streaming?