Bob Wilson es un joven periodista al que su mujer abandona por el editor del diario, un hombre mayor y manco. Absolutamente hundido, Wilson decide viajar a Iraq a fin de elaborar un reportaje que le sirva para recuperar a su mujer. El objetivo será recoger el testimonio de una curiosa brigada ultrasecreta que opera en Bagdad y que, en lugar de armas convencionales, utiliza poderes mentales.
Lo más sorprendente de esta hilarante farsa, una de las películas más divertidas que he visto en muchos, muchos meses, es que está basada en una historia real. El periodista británico Jon Ronson -un tipo bastante carismático- escribió un libro homónimo después de recoger una exhaustiva información sobre los experimentos realizados por el ejército americano tras la derrota en Vietnam. La adaptación es de Peter Straughan (Nueva York para principiantes).
El principal valor de la cinta es que, lejos de ser una idea brillante que se estira durante hora y media (el riesgo con semejante historia era ese), el guión sabe desarrollar algunas ingeniosas tramas paralelas que mantienen el interés de la película hasta el final. Claro es que este disparatado argumento, dejado en manos de un director primerizo hubiera tenido poco futuro sin la solvencia de un reparto que, además de interpretar sus papeles con sorprendente convicción y “seriedad”, se percibe que ha disfrutado de lo lindo (especialmente un soberbio Clooney y un divertidísimo Jeff Bridges).
La veteranía del reparto compensa algunos fallos del principiante Heslov. No echo de menos el cinismo de los hermanos Coen, pero coincido con quien señala que, con unos gramos de mala idea, podrían haber firmado esta película.