De la mano de los guionistas y directores franceses Mehdi Idir y Grand Corps Malade nos llega online (en la Sala Virtual de Cine) la enésima película sobre la vida en los institutos superpoblados de inmigrantes y alumnos con situaciones sociales muy desfavorables. En ese sentido no aporta nada que no hayamos visto ya en otras cintas francesas sobre el tema. Quizá la novedad está en el tono que ofrece, de frescura y positividad, y que define la película más que el dramatismo de las situaciones.
Los directores afrontan su segunda colaboración cinematográfica. Ambos nacieron en Saint-Denis, población en la que se desarrolla el film, a las afueras de París. Mehdi Idir es descendiente de inmigrantes y firma con este su tercer largometraje, segundo de ficción. Grand Corps Malade, nombre artístico de Fabien Marsaud, es un compositor de música slam que además se dedica a educar musicalmente a los jóvenes, con lo que cabe pensar que hay mucho de experiencia personal en la película. Ambos artistas ya trabajaron juntos en un film sobre el accidente que sufrió Marsaud en una piscina y que le dejó casi paralítico, aunque con los años se recuperó.
En la cinta encontramos profesores con sentido del humor, otros que han arrojado la toalla, y otros que sencillamente se han acostumbrado. La figura clave es Samia (Zita Hanrot), la nueva jefa de estudios, una mujer de origen argelino, y cuyo novio está en la cárcel. Quizá por ambas cosas, ella se siente especialmente cercana a los alumnos y trata de sacarlos adelante, especialmente a Yanis (Liam Pierron), con el que experimenta una especial conexión. La película no llega a grandes conclusiones; solo testimonia que vale la pena apostar por esos chicos con un futuro tan poco halagüeño.
En la película también se muestra cómo la vida de los adultos que trabajan en el colegio es, en muchos puntos, similar a la de los alumnos, que a menudo tienen los mismos deseos y frustraciones. Incluso en algún momento vemos cómo les afectan las mismas lacras.
Los profesores de Saint-Denis es, sobre todo, un reflejo de una situación, y por ello no pone el peso en una cierta moraleja o moralina, sino que ilustra los intentos de un grupo de personas por mantenerse humanos en un ambiente muy desfavorable. También es un interesante homenaje a una vocación, la de docente, tan poco valorada socialmente.