Brian Welch, conocido como Head, fue un rockero, fundador, vocalista y guitarrista de uno de los más famosos grupos de heavy metal de todos los tiempos: Korn. Brian nació en California en 1970, en una familia convencional. Pero en el instituto se juntó con una pandilla de amigos con los que empezó a hacer música, una música que canalizaba su rabia e inconformismo adolescente. Así nacería Korn, que llegó a ser diez veces número uno en el top ten del Billboard 200, un ranking musical estadounidense muy influyente.
Luego vino lo previsible: las drogas, el alcohol y el sexo convirtieron a Brian en un hombre vacío, abatido y moralmente arruinado. Pero ocurrió algo que pondría en marcha un largo y penoso –muy largo y muy penoso– camino de reconstrucción humana: el nacimiento de su hija Jennea, en 1998.
Trey Hill y Scott Mayo debutan en la dirección con este documental sobre Brian Welch, que trata de reflejar el proceso humano vivido por padre e hija en su descenso a los infiernos y en su lento camino de redención. En el centro está la singular experiencia de conversión del músico a la fe cristiana, concretamente en la Iglesia evangélica. El documental alterna declaraciones actuales –de 2018– de Brian y Jennea, así como de los padres de él y de los compañeros de la banda, con muchas imágenes de archivo: conciertos, fiestas familiares, ensayos y fiestas “menos” familiares. Durante hora y media vamos recomponiendo el puzle de una vida atravesada por el dolor por el mal causado y por el deseo de una respuesta satisfactoria que diera sentido a todo lo vivido.
El documental, que se estrena online, busca una cierta personalidad estética, conseguida unas veces más y otras menos, pero acierta a transmitir, de forma impresionista, lo que pretende, dejándonos incluso algunos momentos sinceramente emotivos o transparentes de autenticidad. Las lágrimas de Jennea no son de cocodrilo. Una película que al menos deja un mensaje claro: la fe puede con todo.