Curtis Hanson (L.A. Confidential, Jóvenes prodigiosos, 8 millas) se ha vuelto a decantar por el melodrama romántico. Su penúltima película, En sus zapatos, certificaba lo que ya sabíamos: que es un buen director pero que desde su triunfo en 1997 no ha vuelto a lograr una película sobresaliente. Esta vez ha trabajado sobre el guión de un peso pesado de la industria norteamericana, el neoyorquino Eric Roth (Forrest Gump, El dilema, Munich, El buen pastor), coetáneo de Hanson. La historia se desarrolla en Las Vegas y tiene como doble eje un campeonato mundial de póquer y la relación entre un jugador profesional y una cantante que da sus primeros pasos.
El trabajo del trío protagonista es bueno, y Hanson -que produce la cinta- rueda con su elegante clasicismo habitual; pero la intensa sensación de inverosimilitud sobrevuela una y otra vez sobre el elemental y mal desarrollado guión de Roth.
Cuesta creer que los personajes se comporten como lo hacen y que el ambiente no sea mucho más turbio: los conflictos están mal planteados. La música de Christopher Young es adecuada y las dos canciones que interpreta Barrymore suenan muy bien. El talento del siempre solvente Robert Duvall salta a la vista. La cosa de las cartas termina cansando, aún más por un metraje excesivo. A Hanson le gusta mucho el póquer y se supone que a muchos norteamericanos les apasiona… pero la cinta no está funcionando bien: lleva ganados 8 millones de dólares desde su estreno en mayo pasado. Poca cosa, si se compara con los 88 millones que recaudó En sus zapatos, los 242 millones de 8 millas y los 126 millones de L.A. Confidential.