Fiel a su concepción del cine como instrumento de lucha política, el veterano cineasta greco-francés Constantin Costa-Gravas (Z, Desaparecido, La caja de música) denuncia en Mad City la creciente falta de ética en la televisión, forzada por la captación de la audiencia a cualquier precio. Para ello, Costa-Gavras apunta sus dardos hacia Max Brackett (Dustin Hoffman), un reportero televisivo que vive sus horas más bajas, después de una pelea con el presentador-estrella de la cadena (Alan Alda). El destino dará otra oportunidad a Brackett cuando éste pueda retransmitir en directo el torpe secuestro de varias mujeres y algunos niños, en un museo de Madelaine, a manos de un pobre e ignorante guardia jurado recién despedido (John Travolta). Con suma habilidad, Brackett alargará la tensa situación hasta convertir este pequeño e irrelevante incidente local en un sensiblero espectáculo de ámbito nacional, que pronto se le irá de las manos.
El argumento en sí era sugerente, y ofrecía una certera reflexión contra la telebasura, extensible a otras concepciones frívolas y materializadas del trabajo y del ocio. Pero estos elementos no están bien desarrollados en el guión, de modo que la trama resulta a veces arrítmica y reiterativa. Además, algunas situaciones dan la sensación de artificiosas, bien por exceso de pesimismo, bien porque el personaje interpretado por John Travolta está perfilado de un modo en exceso esquemático y caricaturesco. Aun así, el sobrio buen hacer de Costa-Gavras con la cámara y, sobre todo, el espléndido duelo interpretativo Hoffman-Travolta sacan adelante esta inquietante película, a añadir al ya amplio elenco que configura el subgénero periodístico.
Jerónimo José Martín