Leonard Bernstein fue un importante director de orquesta y compositor. Ahí están West Side Story y un buen puñado de musicales. La película de Bradley Cooper (Ha nacido una estrella) narra su ascenso y su matrimonio con Felicia Montealegre. Su vida sentimental tuvo sus altibajos, ya que, aunque adoraba a su mujer, tenía tendencias homosexuales y, en ocasiones, le fue infiel. Pero, destaca la película, en la enfermedad estuvo a su lado hasta el final.
La película es elegante y de muy bella factura. Comienza con una entrevista al director, mayor, quien echa de menos a su mujer. Pasa a contar su vida musical y su relación con Felicia a golpe de flashback en blanco y negro. Las escenas “antiguas” son preciosas: los primeros conciertos, el cortejo a su novia, escenas de musicales, su inspiración… El color se reserva para los momentos más recientes y dolorosos.
Sin embargo, no resulta fácil empatizar con esta historia. Se puede ver con agrado, disfrutar de la música –protagonista absoluta del film– admirar algunas de sus secuencias, y descubrirse ante la interpretación de Cooper y de Carey Mulligan. Pero es una película que deja frío al espectador.