Presentada en la Seminci de Valladolid 1997, obtuvo ciegas y rotundas descalificaciones, así como entusiasmos enfebrecidos. Más tarde, ganó el Premio del Público y otro al conjunto de los actores en el Festival de Alcalá de Henares 1998. En todo caso, es una opera prima realizada con muy pocos medios y una gran creatividad.
Una pareja de vivales de Madrid llega a Palencia a ganar dinero fácil montando una televisión local. Ellos provocarán la profunda humillación de un infeliz matrimonio, en el paro, que queda envuelto, cruelmente, en el engaño de los dos timadores. Bajo ese aspecto es una crítica a la televisión y a su audiencia incondicional. Pero es también, y quizá sea su línea más interesante, la breve historia de un niño, hijo de ese matrimonio crédulo y simple, que sufre en silencio la bobería de sus padres, las burlas que le infieren en el colegio. Él será al fin, también en silencio, quien consiga que se haga justicia…
La narración fílmica está hecha en tonos casi sórdidos, estrechitos, como la vida y la sesera de sus pobres protagonistas…, como la negra alma de los timadores y su impiedad. El guión es tan ácido y sus observaciones tan agudas que el espectador no puede menos de reír a carcajadas a pesar de contemplar esa despiadada y terrible humillación a que es sometido el bobísimo matrimonio y su doliente y martirizado hijo… Tal vez porque hay ternura este trío resulta entrañable y cercano. El final es abierto, da respiro y aliento, sin dejar de poner en su tarta una mala guinda, una broma envenenada…
Ninguna descalificación, al contrario. Es un primer trabajo inteligentísimo y original, escrito casi con el palo de una escoba: mayor mérito.
Pedro Antonio Urbina