Netflix sigue mostrando sus papeletas para ser la gran ganadora de unos Oscar que vendrán marcados por la pandemia. Si hace un par de semanas estrenaba El juicio de los 7 de Chicago, el absorbente thriller jurídico de Aaron Sorkin, ahora le toca el turno a Mank, un drama metacinematográfico dirigido por David Fincher. Como en el resto de los títulos aspirantes a los Oscar, la película se estrenará primero en algunas salas de cine –este viernes 20 de noviembre– y estará disponible en Netflix a partir del 4 de diciembre.
Mank es Herman Mankiewicz, conocido por ser el guionista de Ciudadano Kane, aunque esta autoría no estuvo exenta de polémica. La película se centra precisamente en el complejo proceso de escritura de este drama que encabeza casi todas las listas de mejores películas de la Historia. Mank describe la tormentosa relación de Mankiewicz con Orson Welles –director, productor y protagonista de Ciudadano Kane–, sus problemas con el alcohol y su infantil dependencia de las mujeres que le rodeaban: su secretaria, su ama de llaves y su propia esposa. El veterano Gary Oldman, con una de esas interpretaciones dignas de premio, da vida a un personaje tan genial e inspirado como errático e indómito.
Pero, a pesar del título y del buen hacer de Gary Oldman, si alguien es protagonista de Mank es el Hollywood de los años 40. La fuerza de la película no está en el personaje –que no deja de ser un guionista conocido por uno de sus títulos–, sino en ese magnífico paisaje que describe con todo detalle: el de la industria del cine en unos años dorados. Esas reuniones de guionistas que disparan ideas entre puro y puro; esos escenarios de cartón piedra que, sin embargo, resultaban creíbles para unos espectadores todavía novatos, o el poder de los productores, conscientes de trabajar con ideas, que es el material decisivo para influir en los ciudadanos. Y todo esto rodeado del glamour del star system y de una época histórica muy convulsa, con una Europa donde escalaba silencioso el nazismo.
Para disfrutar plenamente de Mank hay que saber Historia e Historia del cine, y saber quiénes son y qué papel tuvieron personajes como Louis B. Mayer, Irving Thalberg, Upton Sinclair o, por supuesto, William Randolph Hearst. Y hay que conocer Ciudadano Kane para saborear los brillantes paralelismos visuales que ha creado David Fincher.
Pero, aunque no se sea un cinéfilo de pro, la película puede degustarse a un nivel más sencillo y disfrutar de la belleza de una cinta en blanco y negro que parece rodada hace 80 años, de su elegante clasicismo, de su minuciosa planificación, del protagonismo de su banda sonora y de su nostalgia de un mundo que definitivamente pasó.
Una nostalgia subrayada, además, por un tiempo en el que las salas de cine se han cerrado, los rodajes se han detenido y las grandes producciones vamos a verlas en una pantalla de televisión. Una nostalgia, en definitiva, que puede ser el espaldarazo final para que Mank sea la película del año.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta