Director: Vincent Ward. Guión: Louis Nowra y Vincent Ward. Intérpretes: Jason Scott Lee, Patrick Bergin, Anne Parillaud, Robert Joamie, Annie Galiepau, John Cusack. 109 min.
Un anciano esquimal inuit, de padre blanco, relata su vida. En 1931, cuando era un niño, un piloto-cartógrafo canadiense se hizo amigo suyo y le salvó de la tuberculosis enviándole a un hospital de Montreal. Allí, el esquimal tuvo que enfrentarse con el mundo civilizado y se enamoró de una niña medio india. Años más tarde, tras una traumática separación, el esquimal, el cartógrafo y la india se reencuentran en plena II Guerra Mundial.
Después de varios años de inactividad, el neozelandés Vincent Ward (The Navigator) retorna a la gran pantalla con este demoledor ensayo fílmico sobre el amor y la maldad humana. Narrativa y visualmente, la película es fascinante: encuadres y movimientos de cámara magistrales, paisajes de una rara belleza, una ambientación muy cuidada, una banda sonora de sorprendente eficacia dramática… Sólo la espeluznante recreación del bombardeo de Dresde bastaría para avalar la calidad fílmica de esta película. También la dirección de actores es de alto nivel.
Sin embargo, el film se resiente del agobiante pesimismo que lo domina. Vincent Ward, desde postulados cercanos al existencialismo, hace que los personajes no se liberen en ningún momento de sus instintos más primarios, como dando a entender que el ser humano es incapaz de controlarlos y trascenderlos. Esta visión reductiva, además de propiciar varias secuencias violentas y eróticas muy descarnadas, limita las reflexiones éticas que plantea Ward -algunas interesantes- y le lleva a condenar injustamente la moral católica en unos pasajes caricaturescos que caen en el ridículo. Es una pena, porque, desde el punto de vista estético, Mapa del sentimiento humano es una de las películas más impresionantes de los últimos años.
Jerónimo José Martín