Director y guionista: Joshua Marston. Intérpretes: Catalina Sandino Moreno, Virginia Ariza, Yenny Paola Vega, Rodrigo Sánchez Bohorquez, Charles Albert Patiño. 101 min. Adultos.
Bajo este título ambiguo, «María llena eres de gracia», el director californiano Joshua Marston debuta en el largometraje mirando a la cara a una de las lacras más letales de nuestra sociedad: el tráfico de drogas. Pero en vez de hacerlo desde una perspectiva de género hollywoodiense, por ejemplo, como un «thriller», o de optar por un hiperrealismo desagradable y violento, Marston elige el drama humano de los traficantes. Concretamente, de las «mulas», mujeres que, por dinero, acceden a llevar en sus estómagos bolas de cocaína o heroína en los vuelos de Bogotá a Nueva York, jugándose la vida -en el peor de los casos- o la cárcel -en el mejor-. Para ello elige a una joven de diecisiete años, católica, que ha quedado embarazada de un chico que no la quiere, que vive una presión doméstica que la humilla y que ante la promesa de recibir cinco mil dólares por un viaje de unas horas, se lanza a una estremecedora aventura que le cambiará la vida.
Lo más llamativo es la falta de conciencia de la protagonista en relación con las consecuencias que tiene el tráfico de drogas. Ella nunca piensa en los jóvenes que acabarán ingiriendo fatalmente las sustancias que les va a llevar. Para ella el delito es introducir sustancias prohibidas y nada más. Un acierto de la película es su vigoroso aire documental, que nos permite conocer de cerca el penoso proceso de la ingestión de las bolitas de heroína, y su desenlace fatal cuando alguna de ellas se rompe dentro de una persona. Gracias a este realismo nos damos cuenta de cómo en este caso el traficante es también una patética víctima del gran negocio de la droga.
La película nunca muestra lo desagradable, lo sugiere y lo evita a través de elipsis. Esta opción de buen gusto se ve coronada por un final lleno de esperanza, comprensión y positividad, que en cierto modo lava la dignidad herida de la protagonista. La película ganó el Premio del Público en Sundance 2004, y el Oso de Plata a la mejor actriz (Catalina Sandino Moreno) y el Premio Alfred Bauer en Berlín 2004.
Juan Orellana