Una mujer muy elegante entra en el despacho del detective Phillip Marlowe con la intención de contratarle para que encuentre a un antiguo amante. Como es evidente, se trataría de un trabajo estrictamente confidencial.
Es evidente que Liam Neeson no es Humphrey Bogart, y que Marlowe no entrará en la lista de las grandes películas del cine negro. El director es el irlandés Neil Jordan, que actualmente tiene 73 años y más de una veintena de películas, algunas de ellas de prestigio (Michael Collins, El fin del romance, Juego de lágrimas). Pero esta tiene un guion confuso, artificial y gélido del sobrevalorado William Monahan (El bar de las grandes esperanzas, Infiltrados), que en ningún momento logra rozar el carisma del protagonista de El sueño eterno, y la prosa magistral de su creador, Raymond Chandler.
El notable diseño de producción y la presencia de dos actrices sensacionales para interpretar a mujeres fatales como Diane Kruger y Jessica Lange, no es suficiente para maquillar una película que prácticamente ningún crítico defendió en su paso por el último Festival de San Sebastián.