Hace años, el padre de Skeeter, acuciado por las deudas, vendió el precioso hotel que regentaba al ricachón Barry Nottingham, que lo convirtió en un exitoso hotel de lujo. Entonces, Nottingham se comprometió a dar la dirección del hotel a Skeeter cuando éste alcanzara la mayoría de edad. Pero incumplió su promesa, y Skeeter es simplemente el mantenedor del hotel. Ahora, Nottingham planea construir uno más moderno, cuyo proyecto se aprobará en un concurso de ideas.
Justo entonces, Skeeter debe cuidar durante una semana a Patrick y Bobbi, los dos hijos de su hermana, que acaba de divorciarse. Son un niño y una niña con mucha imaginación, que tienen como mascota a Bolitas -un singular hámster de ojos saltones- y que modifican a su aire los desmitificadores cuentos que Skeeter les relata todas las noches. Pronto Skeeter descubre que esas historias surrealistas se hacen realidad, adecuadas a su situación actual, al día siguiente de ser contadas.
Esta producción de Disney tiene un planteamiento sugerente, que propicia originales situaciones en el presente e imaginativas reconstrucciones del pasado, desde la Roma imperial al futuro interespacial, pasando por la Edad Media y el lejano Oeste. El ágil guión y la correcta puesta en escena de Adam Shankman (Doce fuera de casa, Hairspray) sacan partido al argumento en unos cuantos gags divertidos y en una subtrama de amor, convencional pero emotiva, que sostiene muy bien la actriz Keri Russell. Sin embargo, tiene demasiado peso ese humor tosco y a veces zafio que caracteriza a Adam Sandler, no muy insistente aquí, pero que limita las muchas posibilidades de esta comedia familiar.