El Megalodón vuelve a por Jason Statham, con un presupuesto similar al de la primera parte: casi 150 millones de dólares. Pero esta vez el entretenimiento es más variado, con multitud de especies jurásicas amenazando un resort de lujo.
El director es Ben Wheatley, un cineasta que hasta ahora tenía una personalidad creativa y más bien festivalera (Turistas, High Rise). Aquí se ha amoldado a una superproducción para un público amplio, que tiene el objetivo de entretener con cierta imaginación con incontables persecuciones y peleas desde el primer minuto hasta el trepidante final. Los personajes importan muy poco, pero la trama tiene suficientes giros, ritmo y efectos especiales como para ocupar casi dos horas de una tarde veraniega.