Megamind nació en un lejano planeta que fue destruido por causas naturales. Sus padres lo metieron en un cohete y lo enviaron a la Tierra. Hasta aquí estamos en terreno conocido: es la historia de Superman. Pero durante su viaje a la Tierra se encuentra con otro bebé, que también ha sido salvado en un cohete. Megamind aterriza en una cárcel y es educado por rudos convictos; el otro niño caerá en un palacete, donde será bien educado y se convertirá en Metro Man, el apuesto héroe de Metro City. Toda la vida de Megamind será un enfrenamiento con Metro Man, que siempre le vence. Pero un día…
La nueva película de DreamWorks Animation, como es habitual en esta productora, está bien hecha pero vuelve a dar la impresión de ser un corta-y-pega a partir de secuencias de películas conocidas, desde Superman hasta Gru. Mi villano favorito, a quien copia el planteamiento y cita expresamente, pasando por Los increíbles.
A Megamind le falta originalidad. Y también le falta gracia. Gru suplía la poca entidad del guión con chistes divertidos y personajes entrañables. En cambio, la parte central de Megamind es una historia seria que basa su atractivo en diálogos ingeniosos, fuera del alcance de los niños a los que se supone que va dirigida la película. Creo que esta cinta va a decepcionar, resultará aburrida a los más pequeños y gustará más a partir de diez años, sin terminar de encantar.
Visualmente es correcta y destaca su aplicación del 3D, que aunque superfluo, está bien planteado, y muestra que este sistema tiene mejor futuro en la animación que en las películas con actores.