Mi semana con Marilyn es precisamente eso: la narración de un joven ayudante de producción que acompañó durante un rodaje a la famosa actriz y que publicó sus recuerdos en un libro.
Que nadie busque en esta cinta –deliciosa, a ratos– un biopic o un estudio sobre la compleja personalidad de la novia de América. La cinta está construida sobre una anécdota y todo en ella lleva el sello de esa liviandad. La película cuenta muchas cosas, pero con ligereza, sin entrar realmente en ninguna.
Habla del vacío vital de una estrella que solo quiere ser una buena actriz… o quizás mejor una buena madre; del deslumbramiento de un joven al sentirse objeto de atención; de los esfuerzos de un buen actor por conseguir la fama; del sereno realismo de una antig…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.