Director: Jon Turteltaub.Intérpretes: Sandra Bullock, Bill Pullman, Peter Gallagher.
Lucy (Sandra Bullock), una sencilla taquillera del metro de Chicago, se enamora de Peter (Peter Gallagher), un apuesto viajero que diariamente le compra el billete. Un día Peter sufre un asalto. Lucy le salva la vida, pero el chico queda en estado de coma. En el hospital, la familia de Peter toma a la joven por su prometida. El equívoco cobra poco a poco grandes dimensiones, que lo hacen doloroso, sobre todo por la atracción que Lucy comienza a sentir por Jack (Bill Pullman), hermano de Peter.
El film de Jon Turteltaub se encuadra en la mejor tradición de la comedia romántica de la era dorada de Hollywood. Un género que en la actualidad goza de mala salud; apenas sobresalen películas aisladas como Matrimonio de conveniencia (Peter Weir) o Atrapado en el tiempo (Harold Ramis). El director, a partir del ingenioso guión de Daniel G. Sullivan y Fredric Lebow, saca partido de un punto de arranque -el coma de Peter- que podía haber sido unidireccional. La confusión de personalidades, un elemento tradicional en las comedias de enredo, da vía libre a una variada serie de situaciones, algunas francamente divertidas. También adquieren gran valor los rápidos y cuidados diálogos, que con facilidad dan giros imprevistos a sucesos que parecían discurrir por cauces claros. Los responsables del film salen indemnes de verdaderos saltos mortales al pasar de una situación dramática a otra cómica sin solución de continuidad, como sucede en la secuencia de la boda.
Turteltaub sitúa su película en Navidad y la llena de nobles sentimientos. El hogar como entorno lleno de calor se presenta de modo atractivo a través de la familia de Peter, católicos de origen irlandés; la soledad de Lucy, huérfana de padre y madre, encuentra consuelo en esa familia cuyos miembros se quieren; ésa es la razón principal por la que Lucy no desea terminar con un engaño no buscado.
Sandra Bullock sigue demostrando una amplia variedad de registros como actriz, que la hacen difícil de encasillar. La ingenuidad y el tono sentimental son claves para dar al film su particular encanto. Pero también lo es el modo con que se mima a los personajes secundarios: es difícil que su presencia pase inadvertida.
José María Aresté