Tres años después de La librería, Isabel Coixet vuelve a la pantalla grande con una historia melancólica sobre un hombre solitario y bueno (que diría Machado) que acude para encontrarse con su hermano a un Benidorm poblado de turismo decadente.
El maravilloso arranque de la película y, sobre todo, del personaje protagonista interpretado por Timothy Spall hacía presagiar un reencuentro con la mejor Coixet, la de La vida secreta de las palabras.
No es así. La cineasta catalana quiere abarcar demasiado –en contraste de tonos, de mundos, de atmósferas y de relato– en una cinta que al final se diluye en lo que pudo haber sido y no fue. Sobra intensidad y falta contención narrativa.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta
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