La opera prima de Taratuto cuenta la historia de Javier, un cirujano treintañero que decide casarse con su novia María e instalarse con ella en Estados Unidos. Ella viaja primero para buscar trabajo y piso. Pero María, al llegar a América, cae en las redes de otro amigo, Jorge, un conocido de sus padres. Para Javier es el fin del mundo: enamorado hasta los tuétanos comienza a errar por la vida de forma patética y autocompasiva.
El tono del film recuerda a una versión argentina de Woody Allen, algo que ya hemos visto en otras películas similares. Sin duda, la cinta es divertida, con «gags» escénicos muy hilarantes y con personajes que funcionan muy bien en la comedia, como el psicoanalista o el suegro. Sin embargo, la historia es previsible, muy manida en sus propuestas y de un calado existencial sólo aparente. El mensaje de que no conviene jugar con el amor no va mucho más allá del tópico, aunque sí se deduce un varapalo a la inmadurez con que muchas parejas llegan a la decisión del matrimonio.
La interpretación de Peretti, auque algo histriónica, es el capital principal del film, por su tono serio pero patético, a medio camino entre un sobreactuado Chaplin y un desquiciante Woody Allen. Villamil y Dopazo completan el reparto con solvencia y empaste, y dan una perfecta réplica al protagonista. Divertida, amena, irregular en su interés temático, se hace larga y no aporta nada nuevo.
Juan Orellana