El actor y director francés Albert Dupontel (9 meses… de condena) adapta un bestseller del novelista Pierre Lemaitre, relato a medio camino entre la novela histórica y la picaresca.
Nos vemos allá arriba es una historia singular; comienza con una absurda y épica carga el último día de la guerra, pocas horas antes de que se firmara el armisticio. El resultado marca a tres supervivientes: el malvado teniente Henri d’Aulnay-Pradelle, que ordenó el ataque; el pobre Albert Maillard, contable, que se dio cuenta de la maniobra de su teniente; y el desgraciado Édouard Péricourt, hijo de un importante industrial, buen dibujante, que quedó desfigurado al salvar a Albert. De las trincheras a los hospitales y de allí a París, donde la vida continúa y comienza la belle époque, con sus lujos, bailes, corruptelas y patriotismo exaltado; para algunos no es tan bella. Édouard, desfigurado, se oculta, se hace pasar por muerto y concibe una divertida y singular venganza contra todos los que le hicieron mal.
Nos vemos allá arriba obtuvo 12 nominaciones a los premios César del cine francés y ganó cinco. Dentro de sus muchos méritos, destaca por la ambientación, el diseño y la fotografía. El director favorece en todo momento largos planos secuencia. Un soberbio arranque por las trincheras, uniformes, armas… da paso a unos hospitales de campaña, a unas mansiones y a unos salones en los que no hay fallo alguno. Todos los detalles son perfectos y armonizan perfectamente. A ello hay que añadir el tratamiento del color y grano, para destacar que se trata de una historia de época. La fotografía, el vestuario y los decorados fueron galardonados.
La historia, premio al guion adaptado, tiene un tono desenfadado que evita caer en el pesimismo y la negrura que tienen los temas tratados: las matanzas gratuitas, los heridos y mutilados, las corruptelas y los arribistas, la desmovilización, y siempre –sello de Dupontel– el tono social y el toque anticapitalista. Dupontel consigue mantener todo el tiempo ese raro equilibrio que funciona de maravilla y le valió el César al mejor director.
Del reparto cabe destacar a Nahuel Pérez –premio César por otra película–, que, embozado y mudo, tiene una extraordinaria presencia y una mirada expresiva que vale por cualquier discurso. La historia cuenta también con una serie de personajes secundarios interesantes, que han sido muy bien trabajados: el padre de Édouard, su hermana, la criada Pauline, la niña….
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