John Lennon (1940-1980) cantó en su célebre Mother, cuando los Beatles habían desaparecido: “Mother, you had me, but I never had you…” La tormentosa relación con su madre y un entorno familiar complejo que esta película cuenta de manera vigorosa marcaron la existencia de un chico frustrado y con el carácter agriado, perpetuamente insatisfecho, con un gran talento para la música.
La rebeldía de Lennon en la segunda mitad de los cincuenta se manifiesta en su continua lucha para conocer a su madre, superando las resistencias de una tía suya con la que vive. Lennon funda en 1957 The Quarrymen, que en 1960 se transforma en The Beatles con motivo de un concierto en Hamburgo. Hasta ahí llega la cinta, que no cuenta nada de los diez años de vida de unos de los grupos musicales más célebres.
La película es melodramática y, a ratos, desagradable y morbosa. Es sospechoso el empeño de la directora en detenerse en la dimensión sexual, aunque parece claro que es un tema en el que Lennon no maduró en su corta vida. Hay mucho acierto en la manera de retratar el efecto del rock en los jóvenes británicos y, en ese sentido, el encuentro de Lennon y McCartney está muy conseguido. Es una lástima que la música no tenga más protagonismo porque la trama familiar termina siendo agotadora.
Aaron Johnson, actor británico de 21 años casado con la propia directora, da vida a Lennon y no lo hace mal. Pero su trabajo está condicionado por los caprichos del guión de Matt Greenhalgh (autor del libreto de Control, la película sobre Ian Curtis, solista de Joy Division), basado en las memorias de Julia Baird, hermanastra de Lennon.