Una flor delicada. Una historia sentida, entrañable. Con una emotividad que evita el empalagamiento. Sachi, Yoshino y Chika, tres hermanas, han aprendido a cuidarse solas desde la ruptura de sus padres: él se fue con otra mujer, y ella, poco responsable, no fue el necesario apoyo. De algún modo, a Sachi, la mayor, le tocó hacer de madre. La muerte del progenitor conduce a las chicas a participar en sus honras fúnebres. Ahí conocen a su medio hermana pequeña Suzu, adolescente encantadora y madura, a la que proponen que se vaya a vivir con ellas.
El japonés Hirokazu Koreeda probó ya su gran humanidad en títulos como Kiseki y De tal padre, tal hijo. Aquí adapta un manga de Akimi Yoshida con un tono que hace pensar en el clásico de Louisa May Alcott Mujercitas, por su acertado y romántico cuadro de la psicología femenina. Abundan además atractivos personajes secundarios, que contribuyen poderosamente a la belleza del conjunto, como la mujer que regenta un pequeño restaurante, y que tiene un admirador que fue buen amigo del padre de las chicas.
Es esta una hermosa película sobre la vida misma, y las cosas que hacen que merezca la pena: el amor, la entrega, la generosidad, el perdón, la familia, la aceptación de la muerte y la honra a los antepasados. El director y guionista imprime a la narración un ritmo tranquilo, donde los personajes crecen y van asumiendo los fantasmas del pasado.