David Lowery (Milwaukee, 1980) cuajó una notable película titulada En un lugar sin ley, una trágica historia de amor en un Oeste que dejaba de ser el lugar legendario que había sido. En todas sus películas, Lowery maneja una retórica en la que hay una indagación sobre la representación fílmica de mitos y leyendas que el cine ha hecho especialmente suyos por visitarlos con mucha frecuencia (es muy perceptible este recurso en Peter y el Dragón y en A Ghost Story). Busca el director los sentimientos, los viajes interiores de los personajes, los anhelos vitales. Le interesan más los conflictos de relación que los básicos que dan lugar a tramas de acción.
Al elegir la historia real de Forrest Tucker (1920-2004), un atracador de bancos que se pasó su vida entrando y saliendo de prisión y contabilizó 18 fugas, se nota que Lowery (y Robert Redford, que es uno de los productores y ha declarado que se despide de la interpretación) quiere hacer una película que se acerque al misterio de un hombre que atraca bancos sin violencia para sentirse vivo. Un tipo narcisista que convierte el delito y la fuga en una especie de marcapasos.
Para contar una historia así, hace falta mucho talento. Y en esta ocasión, Lowery no encuentra la letra y la música, las rimas de su pretendido poema. Le queda un discurso plano, en el que no hay apenas un chispazo del fervor tan necesario para lograr que un espectador aficionado al cine ontológico (baste recordar la maravillosa Pickpocket, de Robert Bresson) disfrute y vuele.
El impresionante reparto: Spacek, Affleck, Elizabeth Moss y el citado Redford –para mí por ese orden, porque Redford nunca me ha parecido un actor notable, aunque sí un apreciable director– cumple, pero no existen el tempo y el tono adecuados para dar entidad dramática a un relato basado en un artículo de David Grann en The New Yorker, la revista en la que cualquier escritor norteamericano sueña con publicar. Lowery es un experimentado director de fotografía, guionista y montador y, quizás, en esta película se ocupa tanto de las partes, que descuida el conjunto. Ahora prepara otra incursión mítica: Peter Pan, nada menos.