Desde su primer largometraje de fama internacional, Hiroshima mon amour (1959), Alain Resnais no ha dejado de experimentar con su cine; recuérdese El año pasado en Marienbad (1961) o la más reciente Smoking, No Smoking (1993). Ahora, a sus casi ochenta años, realiza un nuevo experimento: On connait la chanson, una comedia musical singular; aunque en ella haya canciones, no se usan como tales, sino para sustituir el diálogo hablado; no toda la canción, sino alguna de sus frases, perfectamente adecuada al tema de la conversación. Y a veces el play back de una voz femenina lo hace un actor, o viceversa, en los momentos de distensión o cómicos. Actores y actrices, todos espléndidos, realizan este tránsito de lo hablado a lo cantado con toda naturalidad.
La experiencia, ideada por los dos conocidos actoresguionistas Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri, fue asumida con el entusiasmo y la reconocida maestría de Alain Resnais. Tal vez al principio el espectador pueda verse sorprendido por tan peculiar desarrollo de la acción y los agudos diálogos; pero muy pronto parece -magia de la creatividad- que la vida es realmente así, cantada.
Sus siete principales personajes viven un enredo amoroso -muy bien construido en el guión y realizado con ágil movilidad-, entre la realidad y la apariencia, luchando contra la inestabilidad social, el exceso de optimismo, la depresión…, con aire de comedia, a veces melodramática, divertida y sentimental, elegante, con variadas y vistosas imágenes de París, intelectual en su concepción, pero no por eso menos popular.
Pedro Antonio Urbina