Después de rodar An Education, una de las películas más interesantes del año pasado, Lone Sherfig entrega ahora un drama romántico convencional. Es la historia de una pareja que se conoce una noche y mantiene una amistad de veinte años. Él es un inmaduro y ella una insegura, pero se quieren y se apoyan, y pasan muchas cosas en tan largo tiempo.
Están de más algunos detalles tontos que rompen el tono elegante de la película. Sobre todo, es una lástima que la directora danesa, autora también de la muy celebrada Italiano para principiantes, se meta en un melodrama tópico, episódico, con una historia artificialmente alargada y con un giro final propio de un principiante.
Gran parte del problema debe de estar en la novela homónima del propio guionista, David Nicholls, en la que se basa la película. La impresión que se lleva el espectador es que la historia no daba para más.
Pese a todo, hay momentos en los que asoma la gran retratista de tipos humanos, no tanto en la relación principal como en las tramas secundarias: las conversaciones de la madre enferma de cáncer con un hijo que está dilapidando su vida, las breves llamadas a la amiga del alma, los encuentros y desencuentros entre padres e hijos, el torpe intento de dos personajes de levantar una pareja sobre la nada. Gracias a esos momentos acaban cautivándonos todos los personajes. Y eso no es solo mérito de los actores (Anna Hathaway y Jim Sturgess están muy bien). A los personajes de Scherfig es muy fácil engancharse, y esta vez también ocurre, aunque la película no sea buena.
Un comentario
Está ahora en Netflix. La banda sonora y el recuerdo que evoca de amistades que se quedaron en eso me han hecho disfrutar mucho de la película. Lo bueno de ver poco cine es que no me importa que sea un «melodrama tópico»