Un joven científico empeñado en demostrar que Dios no existe se enamora de una misteriosa joven de ojos bellísimos y originales y que tiene una fuerte creencia en la existencia del alma. La disparidad de opiniones no impide que vivan un apasionado romance hasta que un suceso dramático trastoque las sólidas afirmaciones del investigador.
La historia, que arranca como una película romántica de corte independiente, plantea después un interesante dilema entre fe y razón. O mejor dicho, porque el debate no alcanza a tanto, entre un cientificismo radical y una espiritualidad new age. El desarrollo narrativo es muy peliculero –con algún sorprendente punto de giro, viajes por el mundo e investigaciones casi detectivescas–, pero tanto la realización como el tono poco comercial puede contentar al público un poco más intelectual. Sin embargo, con ese material –un dilema, unos personajes bien dibujados, unos actores convincentes y unos diálogos cuidados– se podría haber hecho algo más profundo. Por lo menos, en su afán de abordar cuestiones trascendentes, es una película independiente por encima de la media.