My darling Clementine (retitulada Pasión de los fuertes, según la desgraciada costumbre española, aunque por un tipo muy inteligente y sensible) es cine tan tremendamente bueno que habría que verla de pie. En 1946, un poeta llamado John Ford, recién llegado de la guerra, recuenta un episodio histórico devorado por la leyenda, el Duelo en OK Corral, los Earp contra los Clanton. La invención del personaje de Clementine es la manera de embellecer una historia de odio y rudeza en Tombstone. La puesta en escena de James Basavi es deslumbrante y la manera de rodar de Ford es tan esencial, tan rimada, que no necesita montaje.
La fotografía de Joe MacDonald (Cielo amarillo) atrapa la grandeza de unas majestuosas localizaciones, una tierra dura para gente dura. Les brindo un diálogo memorable entre Clementine y Wyatt, que pasean vestidos de domingo después de que Earp haya pasado por el barbero en honor a esa mujer a la que ama en sordina. Clementine Carter: «I love your town in the morning, Marshall. The air is so clean and clear… the scent of the desert flower». Wyatt Earp: «That’s me… barber».