Camille, de 16 años, se ha quedado embarazada y ya no puede abortar legalmente. Vive con su madre, una joven inmadura que anda siempre de marcha y maltrata a Camille. Así que las autoridades envían a la chica a un hogar para madres adolescentes.
Como en En buenas manos, Marca de vida y, sobre todo La maternal, película con la que comparte argumento y enfoque, la maternidad juvenil no deseada, el apoyo social a esas jóvenes y la entrega en adopción como alternativa al aborto conforman en Pequeñas valientes un fuerte entramado dramático donde mostrar las graves carencias afectivas, morales y vitales de tantos jóvenes, que juegan a ser adultos sin capacidad de asumir las consecuencias, entre otras cosas, por haber crecido rodeados de una ideología individualista y hedonista.
Desde ese certero enfoque, la dramaturga y guionista francesa Julie Lerat-Gersant debuta en el largometraje con una solidez sorprendente. El guion mira el drama que describe desde todas las perspectivas —incluida la del padre del futuro bebé, habitualmente ninguneado- y mantiene una honestidad convertida en autenticidad por unos intérpretes sensacionales, algunos de ellos no actores que la directora conoció en centros de acogida donde impartió talleres de escritura. La estridente música electrónica de Superpoze añade un acorde reivindicativo.
Queda así una pequeña gran película, cercana al vigoroso realismo del inglés Ken Loach y de los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, pero con ese tono entrañable y esperanzado del marsellés Robert Guediguian; todos ellos, grandes impulsores del nuevo cine social europeo.
Jerónimo José Martín
@Jerojose2002