Director: Neil LaBute. Guión: John C. Richards y James Flamberg. Intérpretes: Renée Zellweger, Morgan Freeman, Chris Rock, Greg Kinnear, Aaron Eckhart, Tia Texada. 108 min. Jóvenes.
Betty es una camarera toda bondad que, para sobrellevar una existencia mediocre, se agarra a la tabla de salvación de un culebrón televisivo de médicos y hospitales. Ante un esposo perfectamente inútil, Betty se evade, y fantasea con su deseo nunca cumplido de convertirse en enfermera y con el amor platónico que le inspira el protagonista de la telecomedia, cirujano del corazón.
A primera vista, la trama parece tontorrona; pero en Cannes la película obtuvo el premio al mejor guión. Por algo será. Y ese algo es que la historia da un giro insospechado cuando un par de matones -fantásticos Morgan Freeman y Chris Rock, asesinos filósofos al estilo de los tipos que desfilan en Pulp Fiction o Fargo- asesinan al marido de Betty por un feo asunto de drogas. Ella, testigo del crimen, sufre un shock que le lleva a creer que los personajes de su culebrón favorito existen en la vida real. Y parte en busca de su adorado doctor, con el deseo de ser su enfermera favorita.
Las risas están servidas. Una trama original, con ritmo impecable y diálogos bien construidos, consigue meterse al espectador en el bolsillo. Hay muchas y brillantes escenas que se apoyan en el disparate: valga como precioso botón de muestra la del esperado encuentro en una fiesta entre Betty y el actor-cirujano, que funciona como un perfecto mecanismo de relojería. Neil LaBute tiene en esta ocasión guión ajeno, lo que no sucedía en En compañía de hombres y Amigos y vecinos, películas cuidadas y críticas con determinadas actitudes de la sociedad moderna, pero deprimentes en exceso. En Persiguiendo a Betty también lanza sus diatribas; pero mantiene un tono paródico y simpático, que ofrece un montón de sorpresas al jugar con la auténtica realidad y lo que uno imagina que es real.
Obligado es mencionar el trabajo de Renée Zellweger, necesaria candidata a los Oscar del próximo año, si hay justicia en Hollywood. Las numerosas sorpresas del guión van de la mano de su maravilloso personaje, fuerte y frágil a la vez.
José María Aresté