El libro del italiano Carlo Collodi tuvo en Disney su principal difusor. La película de animación de 1940 fue uno de los primeros clásicos inmortales de la incipiente factoría. Luego vinieron versiones tan desatinadas como la futurista y canadiense P3K Pinocchio 3000 (2004) o la norteamericana La venganza de Pinocho (1996).
Matteo Garrone ya tuvo un acercamiento al mundo de la fantasía en El cuento de los cuentos, un retablo adulto, barroco y arriesgado que no convenció a casi nadie. Pinocho es una película más serena y pálida de colores. Tiene el acierto de contar con Roberto Benigni, pero resulta arrítmica y distante, inexpresiva e interminable. Es un Pinocho con una factura visual personal pero con un guion que parece empeñado en no ganarse el interés del espectador bajo ningún concepto.