Director: Gore Verbinski. Guión: Ted Elliott y Terry Rossio. Intérpretes: Johnny Depp, Orlando Bloom, Keira Knightley, Stellan Skarsgard, Bill Night. 144 min. Jóvenes. (VS)
En el cine, nadie tiene la fórmula mágica del éxito. Por eso, cuando uno hace diana con una película, no le queda más remedio que pensar en la continuación. Esto es sencillamente lo que le pasó en el año 2003 al tándem Bruckheimer-Verbinski con «Piratas del Caribe. La maldición de la perla negra»: se ganaron al público, a buena parte de la crítica y a un gran número de cineastas que vieron con optimismo cómo se podían resucitar géneros que llevaban décadas criando malvas.
Esta continuación empieza justo donde acabó la anterior: con la boda malograda de Elizabeth y Will. El argumento, aunque es más intrincado y cuenta con más personajes secundarios, sigue el mismo esquema: dos equipos; en uno Jack Sparrow con los buenos y en otro los malos, en este caso algo matizados, dirigidos por -éste sí malvadísimo- Capitán Jones. Pero ya digo, el argumento es lo de menos porque, como queda la tercera, la película acaba con «to be continued».
Si «La maldición de la perla negra» fue una grata sorpresa -especialmente por el conseguidísimo personaje de Johnny Depp-, la segunda parte cuenta precisamente con este grave inconveniente: ya no hay factor sorpresa. Y sin este factor no se entiende la larguísima duración de la cinta: los últimos cuarenta minutos con el tercer ataque del Kraken se hacen casi insufribles.
Salvando el escollo del metraje, la continuación es más que aceptable. Como en la primera entrega, hay una sabia dosificación de acción y humor -hilarante la historia en la isla de Pelagostos-, aunque el tono general es un poco más oscuro y mucho menos romántico.
La película tiene una puesta en escena espectacular, de éstas que ayudan a reconciliarse con el cine comercial, que no escatima medios ni para reconstruir barcos -atención al Holandés Errante- ni para filmar batallas -ocho días para rodar la escena de la pelea en la rueda- ni para buscar y recrear localizaciones.
En el capítulo interpretativo, Johnny Depp, aunque puede resultar reiterativo (en la primera entrega le dijeron que hiciera con el personaje lo que le diera la gana y es lo que sigue haciendo), vuelve a llevarse el gato al agua. No es tan difícil si tienes enfrente a un, como siempre, mediocre Orlando Bloom y a una, como nunca, flojísima Keira Knightley. Pese a los 144 abrumadores minutos y al recital de mohínes de Knightley, la película lleva recaudados 924 millones de dólares y es la más taquillera en lo que va de año.
Ana Sánchez de la Nieta